De 2018 me quedo con los que decidieron quedarse. A pesar de todo, a pesar de nada. Siempre.
Con los que aguantaron cada tormenta a mi lado, y me aguantaron a mí, incluso cuando ni yo lo hacía, que eso sí que tiene mérito. Con los que aparecieron sin esperarlo y alegraron los días. Con los que saben estar pero, sobre todo, ser, incluso a kilómetros.
Me quedo con lo que me hizo feliz, lo que me sacó una sonrisa sin darme cuenta y lo que me hizo tener mariposas por todo el cuerpo, esos pequeños detalles que realmente marcan la diferencia. Me quedo con lo que aprendí y lo que me hizo crecer y ser mejor persona, con las cicatrices que me hicieron más fuerte y con todos los miedos que fui capaz de superar. Me quedo con todos los sueños que llegué a cumplir, esos que fui a por ellos como si se fuesen a acabar y los agarré bien fuerte cuando por fin lo conseguí. Me quedo con todos los nuevos lugares que visité, todo lo que me llevé de cada rincón maravilloso que conocí y, por supuesto, con la compañía de cada uno de ellos.
Me quedo con lo que me hizo vivir, así, sin más.
Me quedo con la alegría de saber que he dado lo mejor de mí, que he hecho todo lo posible para ser mejor que el día anterior, para ser más grande cada día. Me quedo con cada abrazo que me recompuso, con cada mirada que me hizo soñar y con cada beso que hizo que tocara el cielo sin tocarlo. Con todo ese cariño que supieron darme sin ni siquiera pedirlo, con cada detalle bonito y cada sorpresa.
Me quedo con todo lo que de verdad importa, con lo que realmente merece la pena, para que siga acompañándome un año más. Y a 2019 le pido que no le abra la puerta a la violencia, ni al terrorismo ni a todo eso que no nos saca una sonrisa.
Y como cada año, que lo bueno de 2018 sólo sea lo malo de 2019.
¡A POR EL NUEVO AÑO!
Un Rincón Maravilloso
